29.5.15

EL ARTE-IGNORANTE




















Tengo la impresión de que muchos artistas jamás se han planteado seriamente una definición de arte. Por descontado, mucho menos han hecho el esfuerzo de leer algo de filosofía del arte para tener una mínima idea de las teorías que existen al respecto. No entraré hoy en un análisis revisionista de estas teorías, pero soy de la opinión de que un artista que se precie debe tener curiosidad por saber a qué está dedicando su tiempo. Quien hoy en día jamás se haya preguntado en qué consiste la ocupación conocida como arte no puede ser un verdadero artista. Después de todo, qué sentido tiene el arte de nuestros tiempos, sino precisamente replantear la propia definición de arte una y otra vez.

A lo largo de mi vida, he podido comprobar cómo funciona el arte en este país, y hay un asunto que veo oportuno abordar. Se trata de la temática del denominado artista de provincias. Para que nos entendamos, me refiero a ese individuo, muchas veces conocido como “maestro”, popular entre los que ignoran de arte e impopular entre los entendidos. Ese creador desfasado en sus manidas temáticas, cansino en sus formas y fanfarrón en su actitud, que no cesa de inaugurar exposiciones para alegría de sus seguidores  y punzadas estomacales de los que se han trabajado el buen gusto. Y es que sí, además de poseer cierto grado innato del mismo o carecer de él de forma natural, el buen gusto hay que ganárselo. Y con ganárselo quiero decir tener inquietud y actividad cerebral con respecto al campo de interés que nos ocupa, en nuestro caso el arte.

Es totalmente lógica y asumible (no nos queda otra) la existencia de un arte simple, fácil y endeble. Vivimos, afortunadamente hay que decir, un panorama de libertad (o semi-libertad) en el que cada cual puede hacer lo que quiera. Conviene dejar claro que estoy totalmente a favor de que la gente quiera hacer arte. Es más, creo que todo el mundo debería aproximarse al arte por el bien de un mundo mejor. Pero dicho esto, tengo el convencimiento de que hace falta una mejor educación en arte, y en ese sentido creo que las instituciones públicas deberían poner más interés. Sería conveniente velar por el apartidismo de las instituciones públicas en el ámbito cultural. No se debe tolerar que se promueva el arte mediocre o malo desde lo público.  Para avanzar como nación, hay que garantizar que los mejores sean los referentes. Los mejores profesores, los mejores cirujanos, los mejores arquitectos, los mejores ingenieros… y, por supuesto, los mejores artistas.

Hay demasiados “Justinbieberes” que se cuelan en los espacios públicos para el arte. Y la culpa no es de estos artistas, sino de quienes los aúpan privilegiadamente, dándoles visibilidad. Existen muchos buenos y complejos artistas quedándose al margen mientras artistas domingueros son aplaudidos desde la ignorancia de una sociedad cada vez menos crítica. Y es que muchos de nuestros políticos gobernantes nos quieren así: siendo dóciles y entusiastas de lo mediocre.

Por todo esto, hago un llamamiento al sentido crítico, a la educación y a la valentía. Dejemos la gestión de la cultura pública a los más preparados, que en este país hay muchos. No permitamos que sean personas ignorantes quienes señalen qué arte debe prevalecer, pues así únicamente favoreceremos los intereses de la banalidad.

C. D.

No hay comentarios:

Publicar un comentario