22.4.15

EL HUMO COTIZA AL ALZA





















Hay personas que deciden dedicar su vida a encarnar el papel de “artista emergente”. Siempre emergente, para toda la vida. Un año tras otro, emergiendo sin parar, pero sin romper. Hay artistas que aguardan quién sabe qué, siempre a la expectativa, en un bucle profundo de desamparo y sinsentido. Emerger significa salir a la superficie. Es decir situarse bajo los focos, en el punto central de todas las miradas. Asumir el rol de “artista emergente”, que no emergido, es doloroso. Es recibir palmadas en la espalda para volver a aguardar en silencio a recibir una nueva palmada. Como un perro que conoce las bondades de una caricia y vive para la siguiente, con la cola entre las piernas y la cabeza gacha. Cuando emerger se convierte en una obsesión, el individuo “artista emergente” va apagándose, al tiempo que sus ideas se agotan. Es tan agotador tener que agradar a algunos señores que ostentan el poder en el mundo del arte, tan manido a veces y tantas veces putrefacto…

Es muy fácil que el “artista emergente” se corrompa convirtiéndose en un bufón, en un malabarista en búsqueda constante del nuevo truco, la nueva ilusión con la que asombrar al mundo, abandonando los valores auténticos, las ideas sinceras, los gustos personales y, en definitiva, la propia  identidad. Es tan fácil como dejarse llevar por la frustración del injustificable ensalzamiento del arte mediocre que tan a menudo sucede en nuestra sociedad. Y es que es tan fácil agradar cuando se quiere hacer simplemente eso… Es tan práctico “vender humo” que para qué esforzarse en hacer un arte justificado y complejo que además casi siempre deja insatisfecho al autor…

En fin, en resumidas cuentas, creo que este mundo necesita un buen vapuleo.

C.D.

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