Imagen: Yolanda Domínguez. Globos, 2014.
Sin duda, Yolanda Domínguez (Madrid, 1977) es una artista/activista comprometida con el arte social y de protesta. Desde hace ya algunos años, sus proyectos –mayoritariamente acciones– son virales internacionalmente. La entrevistamos para conocer su opinión acerca del estado actual del arte en términos de género en nuestro país.
CD – Como artista, aparentemente das prioridad al activismo político-social, dejando en un segundo plano, el sentido estético. Dicho de otro modo, en tu obra parece prevalecer el fondo sobre la forma. ¿Hasta qué punto es el arte prescindible en tu labor? ¿Qué ofrece el arte a tu mensaje que no sea capaz de ofrecerle otro campo como el periodismo, la publicidad, la actividad política o la educación social?
YD – No creo que deje en segundo plano el sentido estético,
la estética es la forma a través de la que me comunico y yo utilizo la imagen
como vía de expresión. Otra cosa es que estéticamente sea bella o no. Lo que yo
busco es una estética eficiente con el mensaje que quiero expresar. Mis
acciones tienen una estética estudiada que se presenta por medio de una escena
en una situación de la vida real y otra en forma de vídeo cuando las ves
online. El arte y la publicidad pueden coincidir en formatos y eso no significa
que sean sustituibles o que cumplan la misma función, lo que les diferencia es
el objetivo, la publicidad busca vender un producto y su pieza está destinada a
manipularte y el arte busca transmitir algo (idea, crítica, deseo, temor…) sin
intentar vender un producto a través de ello. No es el formato el que define si
algo es arte o no lo es, sino la intención del creador a la hora activarlo. Todas
mis propuestas tienen una intención artística porque buscan transmitir una
crítica o retratar algo característico de nuestro tiempo y para ello recurro al
formato que considero más conveniente. El arte (que hoy no es necesariamente
algo estéticamente bello) no es prescindible en mi trabajo sino que es lo más
importante: es el posicionamiento desde el que emito mi mensaje.
CD
– Declaras que: “no necesitamos más objetos, necesitamos experiencias que
conecten a las personas, artistas que generen sinergias y campos de acción, no
para hacer soñar al espectador sino para despertarle del sueño”. ¿Todo arte
debe ser político?
YD – No, claro que no. El arte puede
servir para expresar todo aquello que quiera el artista, esto puede ser una
crítica social o no. Por otro lado también se puede ser activista desde otros
sectores diferentes al arte: desde la educación, como consumidor, como
ciudadano… A mí los proyectos que más me emocionan son los que plantean algún
compromiso con la realidad social, pero eso no significa que todos los artistas
tengan el mismo gusto. Yo también puedo disfrutar de una melodía que me
recuerde la melancolía del otoño y no es un arte necesariamente político.
Cuando digo que no necesitamos más objetos me refiero a que los objetos suelen
ser contemplativos y transmiten mensaje en un solo sentido: creador-recepto. Yo
intento generar propuestas que inviten al espectador a hacer algo y su
respuesta puede ser inesperada y creativa. La acción es una forma más potente
de activar a las personas y transformarlas.
CD
– Uno de tus últimos trabajos, “Niños vs. Moda” (2015), tuvo recientemente una gran
repercusión mediática internacional. En esta propuesta, tratas el tema de la
publicidad como medio adoctrinante del machismo, a través de la mirada incorrupta
de niños y niñas. Teniendo en cuenta que el futuro está en las nuevas
generaciones, ¿qué medidas consideras más urgentes en el ámbito de la educación
para la igualdad?
YD – Intento crear consciencia del poder
de la imagen como elemento clave en el cambio social, enseñar a ver imágenes y
filtrarlas y entender los mecanismos a través de los que opera la publicidad y
los mass media es fundamental para que sean mucho menos dañinos. Pero también es
necesario tener presente esa dimensión social a la hora de producirlas. Es
urgente que los que generan imágenes se comprometan más en ese aspecto y se
hagan responsables de lo que generan sus imágenes. Una de las claves de mi
trabajo es que utilizo las mismas formas y los mismos canales que usan los mass
media para llegar precisamente a las personas que consumen este tipo de
contenidos, creo que son mucho más eficientes que si cuelgo una pieza exclusiva
en la pared de una galería a la que acceden muy pocas personas y con un perfil
muy determinado. Si quieres llegar a públicos diferentes hay que utilizar
lenguajes diferentes.
CD
– Y con respecto a la población adulta, ¿hay esperanza? ¿Se puede modificar la
mentalidad de personas que se cierran en banda participando de la perpetuación
de los estereotipos de género y el machismo todavía imperante?
YD – Claro que se puede, yo empecé a
interesarme por este tema cuando ya era adulta y aún sigo aprendiendo y
descubriendo cosas. Quizás, como decía antes, sea una cuestión de adaptar las
formas para llegar a los que no estamos llegando. Algo que funciona muy bien es
el humor. La risa es liberadora y sitúa a las personas en el mismo bando (si
los dos nos reímos de algo estamos unidos). Hay otras formas con las que la
gente no conecta, es cuestión de ser flexible e ir probando.
CD
–Las redes sociales posibilitan la participación activa ciudadana en la
generación de opinión y su difusión. Es ya una obviedad que los debates se han
democratizado, trasladándose a Internet. Para quienes estáis en la lucha antisexista,
¿merece la pena el esfuerzo de rebatir los argumentos de quienes critican el
feminismo? ¿Qué le dirías a las personas que puedan opinar que tu trabajo es
oportunista, desproporcionado y que ves fantasmas donde no los hay?
YD – Las redes sociales son una
herramienta fantástica para difundir rápidamente tu discurso, también muy
democrática porque es la gente la que decide si darle visibilidad y relevancia
al compartirlo. Para rebatir argumentos no sé si son la mejor opción. Si se
trata de algo concreto puede funcionar pero si requiere una explicación larga
es imposible hacerlo en un comentario de Facebook. Por otro lado el tono se
puede malinterpretar y a veces el debate desemboca en ataques personales que no
llevan a ninguna parte y son una pérdida de energía.
CD
– En los años ochenta nació en Nueva York el grupo Guerrilla Girls. Denunciaban
(y todavía lo hacen) la escasa presencia de mujeres artistas en las
instituciones de arte moderno en una época en la que las mujeres estaban
desempeñando un papel fundamental en el arte experimental. Para ello, se
armaron de datos estadísticos y mucho humor. ¿Qué papel tiene el humor en el
arte feminista?
YD – Yo creo que es muy característico
del momento actual, es una forma de que no nos cierren puertas, parece que con
el humor no estás atacando aunque si lo hagas. Por otro lado es una forma de
vencer el conflicto, cuando te puedes reír de algo te liberas de ello. Y si
algo te hace reír tienes ganas de más.
CD
– Es una evidencia que el relato oficial de la historia del arte ha promovido la
invisibilidad de las mujeres artistas. Desde hace un tiempo, como solución a
esta problemática, es frecuente ver libros en los que se presentan listas
exclusivamente de mujeres artistas. Pero ¿estas publicaciones no marginan y
encasillan en cierto modo a las mujeres artistas, separándolas de los
movimientos e influencias de su época, de los cuales, por cierto, han formado
parte?
YD – Creo que es una forma tan válida
como otras de intentar que la situación cambie. Puede que a algunos les genere
rechazo pero gracias a eso esas mujeres son visibles y quizás de otra forma no lo
serían. Quien piense que no es una estrategia efectiva por favor que proponga
otra que estaremos encantadas de probarla.
CD
– Ninguna mujer española ha ganado el premio Velázquez de Artes Plásticas,
siendo la colombiana Doris Salcedo la única mujer en ganarlo. Ninguna artista
ha ganado el Príncipe de Asturias de las Artes. De 18 ediciones del Premio
Nacional de Artes Plásticas, solamente hay cuatro premiadas. Además, según la
Asociación de Mujeres en las Artes Visuales (MAV), en la colecciones
permanentes de los museos de arte contemporáneo solo un 13% de las obras son de
artistas españolas. ¿Se están llevando a cabo los esfuerzos necesarios desde
las instituciones para romper el llamado techo de cristal? ¿Qué opinas de la
discriminación positiva en el arte?
YD – También la considero una estrategia
necesaria en cualquier ámbito hasta que los equipos de personas estén
equilibrados. Estoy a favor de cualquier iniciativa que conciencie de la
desigualdad (que es lo que hace en primera instancia la discriminación positiva,
señalar el conflicto) y por supuesto que active el cambio. Creo que MAV está
haciendo una labor encomiable por el beneficio de todas las mujeres artistas.
CD
– Siguiendo con las estadísticas de la MAV, más del 60% del alumnado de Bellas
Artes en España es femenino; sin embargo, de las 973 exposiciones individuales
inauguradas en la última década en 22 centros de arte en España, solo un 20,5%
son de mujeres (10% si hablamos de mujeres españolas). ¿Qué dices de todo esto?
YD – Es alarmante que las facultades
estén llenas de mujeres y tan pocas ocupen puestos relevantes y es algo que nos
compete a todas y todos. Creo que esta diferencia viene motivada por muchas
causas, no sólo una, y es necesario incidir en todas ellas: la educación, la
diferencia salarial, la falta de referentes, la conciliación familiar…
CD
– ¿Piensas que tu carrera artística habría sido o sería diferente si hubieras
nacido hombre?
YD – Estoy convencida, mi trabajo surge
de mi necesidad de entender quién soy y cómo me relaciono con mi contexto
social. Si fuera hombre probablemente mis inquietudes serían distintas. También
creo que influye en mi manera de enfrentarme a mi trabajo y en cómo los demás
lo perciben.
CD
– Como artista, ¿dónde radica el éxito?
YD – Para mí en estar orgullosa de mi
trabajo y poder compartirlo con el mayor número de personas posible.
CD
– Para terminar, una complicada: ¿podrías contestarme de forma breve qué es el
arte?
YD – Un medio de comunicación vital para
el ser humano. Nada complicada :P
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